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martes, 30 de diciembre de 2014

Es extraño no extrañarte...

Hace 8 meses que me despedí de ti, sin saber lo que el destino tenía preparado para mí. Aunque mis motivos para distanciarme fueron y siguen siendo muy personales, aún llevo en mi piel la sensación de ese último abrazo con mis padres y en mi memoria cada una de sus bendiciones, que justo ese día me sonaron distinto. Era como si en el fondo ellos sabían que no me verían por un buen tiempo.

Finalizaban las vacaciones de la Semana Santa y no conforme con la larga espera para conseguir boleto aéreo y el engorroso proceso para la aprobación de las divisas con las que costearía los gastos de mi viaje, recuerdo que pasamos no menos de cuatro (4) horas en una larga cola de Caracas al Aeropuerto de Maiquetía, mientras el sol y el calor nos sofocaban dentro del vehículo, con las ventanas casi cerradas para evitar ser alcanzados por el hampa común que merodea la zona.

Durante ese lapso, vi a muchos vehículos adelantarse por el hombrillo o la zanja central, lo que transformaba la fila en un embudo cada vez que se cruzaban los canales de circulación, ante la indiferencia de las pocas autoridades de la policía de tránsito.

Cada incidente provocaba la ira de los conductores, quienes reaccionaban gritando improperios u ofreciéndose golpes unos a otros, de una manera irracional como si se tratara de una carrera en la que sobrevive el más violento o el menos tonto. En medio de aquel desorden regido por la intolerancia, la apatía y la anarquía, entendí que no te dejaba, sino que simplemente te había perdido.

Sí... te perdí en el momento en el que decidí no ser como el resto, expresar abiertamente mis opiniones y dirigirme a los demás con respeto. Te perdí cuando quienes te conducen por un camino sin rumbo osaron llamarme apátrida y sin explicaciones me dejaron a la deriva. Te perdí cuando quise ir a trabajar y a orar por ti y me asaltaron en cada intento, despojándome de preciados objetos y amenazando mi vida. Te perdí cuando en vez de sentirme orgullosa de decir que provenía de ti, sentía temor. Te perdí cuando mis ganas de regresar a verte, se convirtieron en tristezas. Te perdí cuando en vez de verme protegida en tu seno, me vi indefensa. Te perdí cuando el sentido vivir contigo pasó a ser sinónimo de escasez, inseguridad y desigualdad.

Te miro desde este frío y gris rincón en el que ahora habito, tratando de explicarme qué te pasó y yo sólo supongo que te gusta jugar a ser masoquista, que cambiaste tus bellas melodías por la música y los bailes vulgares, tus imponentes tepúyes por montañas de basura, tus mares cristalinos por pozos estancados de corrupción, tu mirada amable por malas palabras, tu deliciosa gastronomía por anaqueles vacíos, tu bondad por indolencia, tu voluntad por desánimo, tu sabiduría por ineptitud, tu cordura por precios y situaciones insólitas y tus riquezas por promesas que jamás te cumplirán.

Aquí todo me es diferente, quizás por el atraso en el que me hiciste vivir todo este tiempo, pero a pesar de los repentinos cambios de clima y las peripecias con el idioma, esta experiencia concuerda más con mi visión de vida y mis valores morales y espirituales.

Hoy, tristemente puedo decirte que no te extraño y sé que tú tampoco me extrañas a mí, pues sigues dejándote maltratar, abusar y manipular por quienes nos apartaron. No puedo extrañarte cuando en los últimos 15 años, la gente con la que hoy te rodeas te dibujó una imagen distorsionada de mí y tú preferiste creerles y darme la espalda. Sé de muchos que te abandonan por la misma razón; gente trabajadora, talentosa y buena que ya no pueden soportar tu actitud ligera e indiferente. Yo sólo deseo que reflexiones y cambies...

Es por ello que aún en las noches rezo por ti, esperando que algún día retornes al rumbo de la esperanza, al fin de cuentas, es la última que se pierde. Martín Luther King decía que "sólo en la oscuridad se pueden ver las estrellas", por eso espero que todo este trance te sirva para apartar de ti la maldad y la mediocridad que hoy te impiden avanzar para que puedas finalmente comenzar a sanar y marchar hacia un mejor futuro.

Es extraño no extrañarte, lo es aún más decírtelo... pero a pesar de los malos momentos, te sigo queriendo, Venezuela. ¡Feliz Año 2015!




viernes, 17 de octubre de 2014

Anímate a ser feliz

Amigo lector, ante todo un cordial saludo. En mi último artículo hablaba de los propósitos para el nuevo año y desde entonces decidí hacer una pausa para refrescar mis ideas y organizar un poco mi vida personal, por lo que ofrezco sinceras disculpas. Hoy, después de meses de viajes y cambios profundos, retorno a las letras con la mente más abierta y dispuesta a compartir mis experiencias de vida. 

Hace poco vi por la web una conferencia de TEDx en la que participaba Logan Laplante, un joven de apenas 13 años, educado en casa por sus padres, lejos del rígido esquema de la escuela tradicional. El chico daba respuesta a la típica pregunta que los adultos solemos hacerle a los más niños, ¿qué quieres ser cuando seas grande?. Tras ofrecer una elocuente explicación sobre las ventajas de hackear el sistema escolar para alcanzar sus metas, Logan concluyó que simplemente, cuando sea grande quiere ser feliz. A continuación comparto el enlace del video subtitulado en inglés http://www.collective-evolution.com/2014/01/07/this-is-what-happens-when-a-kid-leaves-traditional-education/


Si apartamos los deberes y las presiones sociales a las que somos sometidos todos desde que iniciamos nuestro ciclo educativo, ser feliz es en principio, el deseo más honesto del ser humano... Todos queremos ser felices, ya sea destacando en algún oficio, deporte o profesión, cuidando de nuestro hogar, viajando, compartiendo con familia o amigos, admirando la naturaleza, gozando de buena salud, construyendo relaciones o simplemente disfrutando del silencio. Pero, ¿de qué depende nuestra felicidad? 


Particularmente, he tratado de dar respuesta desde la óptica del individuo común a esta interrogante y luego de replantearme metas y objetivos, entendí que la felicidad depende de cuanta libertad nos brindamos a nosotros mismos.


La mayoría de las veces, crecemos influenciados por el deber ser, por el que dirán o por las limitaciones que impone la sociedad y es en ése momento cuando dejamos de lado nuestra esencia y renunciamos a ser lo que deseamos, frustrando las emociones y anhelos que nos acompañaban desde niños. Sin embargo, cuando estamos a solas tenemos la oportunidad de explorar y dejar fluir nuestro propio yo.


Soy de las que cree firmemente que para aprender hay que experimentar y atreverse es el primer paso. Por eso, te invito a escudriñar en tu mente y en tu corazón cuando estés a solas y te aseguro que de ese espacio contigo mismo, brotarán nuevas posibilidades de hacerte libre en cada proyecto que emprendas en tu vida. 

Puede que para lograrlo debas tomar decisiones extremas pero cada temor que enfrentes, te acercará más al ser ser que vive dentro de ti, ése que aún sueña y merece ser feliz. 

"Sé tú, e intenta ser feliz, pero sobre todo, sé tú" 
 Charles Chaplin.