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lunes, 28 de octubre de 2013

Necesitamos caer para renacer

Constantemente, la vida nos presenta situaciones que nos resultan difíciles de superar y que en muchos casos, nos preocupan e invaden nuestra mente de pensamientos negativos, hasta el punto en el que sentimos que no hay solución.

Hace algunos días caminaba por un parque de mi ciudad al que visito con regularidad, tratando de hallar un poco de inspiración, cuando de pronto vi caer de un árbol una hoja seca. Ese simple hecho despertó mi curiosidad, pues más allá de apreciar la hoja caída, pensé que con el tiempo, nacerá en ese mismo tallo una nueva hoja que adornará con su verdor al árbol del cual un día volverá a caer.

Entonces comprendí que todo en la vida es un ciclo y que en algún momento todos necesitamos caer para renacer; aunque a veces la sola idea de perder el equilibrio que hemos alcanzado, basándonos en lo que socialmente es aceptable, nos llene de temores.

Recientemente, algunas decisiones personales me llevaron a ubicarme en uno de esos escenarios en los que el paso del tiempo daba lugar a nuevos acontecimientos que empeoraban mi situación. En sólo un año yo, que solía ser una mujer estable y exitosa para muchos, tuve que lidiar con un divorcio, un accidente automovilístico que me ocasionó problemas de salud, el despido de mi trabajo y la pérdida de mi vivienda.

Con impotencia observaba como ese pequeño mundo que había construido con tanto esfuerzo, apostando a la “felicidad” se derrumbaba bloque a bloque, sin darme si quiera la oportunidad de asimilar un evento para tener la fuerza suficiente de encarar el siguiente. De pronto, todo lo que miraba a mi alrededor se convirtió en hastío, vacío, angustia y desolación, pero en medio de ese cuadro depresivo, logré hallar alternativas para salir adelante y recuperar el pensamiento positivo. A continuación, comparto con ustedes algunas de ellas.

1) Refúgiate en la oración. Como provengo de una familia católica, mi primera decisión fue aferrarme a esa frase tan llena de optimismo que escuchaba desde niña en la casa de mis padres, “Dios hace las cosas por alguna razón” y así comencé a alimentar mi fe a través de la oración y el diálogo sincero y permanente con Dios, no sólo para pedir por la solución de mis males sino también agradeciendo por cada circunstancia.

2) Acepta el problema. Por muy difícil que sea la situación que se nos presenta, lo más recomendable es aceptarla, pues cuando lo hacemos automáticamente en nuestra mente se despierta el interés por resolverla.

3) Lee textos que te ayuden a obtener la visión de los expertos sobre la situación que se te presenta. Personalmente, me interesé en la lectura de libros dedicados a reforzar la autoestima, la cual muchas veces sentí tambalear al verme a mí misma tan frágil e indefensa ante la incertidumbre de mi propio destino. Recomiendo ampliamente autores como Walter Riso, Deepak Chopra, Tal Ben Shahar y Elizabeth Gilbert.

4) Haz actividades al aire libre. En lo particular, comenzar una rutina de ejercicios al aire libre fue de gran ayuda para drenar mis emociones y contagiarme con la energía de la naturaleza, lo cual me ha permitido mantener el control sobre mi cuerpo y mente.

5) Ábrete a los cambios. Nadie es dueño del destino y por ende, debemos entender que el cierre de cada ciclo de vida, nos ofrece la posibilidad de empezar uno nuevo que si bien sigue siendo incierto, nos permite rectificar los posibles errores y adquirir otra experiencia.

Hoy, comprendo y asumo que cada episodio amargo y caótico que me ha tocado experimentar en mi corta vida ha sido necesario para avanzar hacia el cambio y alcanzar la paz interior. 

Puede que al igual que a mí, aún les quede mucho camino por recorrer para alcanzar esa evolución pero mientras se presenta el momento indicado, recordemos que somos más que una hoja seca y que el tiempo nos dará la oportunidad de renacer en ese árbol frondoso que alguna vez adornamos con nuestra luz y verdor. 

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